Capacidad y sacrificio. Conducta y abnegación. Ilusión y empeño. Valentía y decisión. Regeneración y fecundidad. Voluntad y desafío. Pasión y revolución. Justicia y tesón. Firmeza sin desfallecimiento. Son algunos de los calificativos que encajarían perfectamente en la manera de ser del caudillo de Castilla, justo título ganado por su fortaleza en el mando y su puesto de honor en la sin tregua ni cuartel contra los enemigos de Dios y de la Patria, entre los que incluía a los perniciosos “deicidas”, los grandes corruptores de costumbres y valores.
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