domingo, 28 de octubre de 2012

Una concepción corsaria

Un sistema de fuerzas no puede prescindir de una dirección ni de una concepción. En cuanto a la concepción, a mi entender la única que tiene sentido es la corsaria. Siempre de Tortuga. A mediados del siglo XVII en el Mar del Caribe la isla de la Tortuga se convierte en el hogar y patria de los “hermanos de la costa”. Desde esta tierra libre, en la que la gente de mar se regía por sus propias leyes, cada día partían las tripulaciones, izando las bandera negra, para atacar puertos, barcos y tierras; para combatir a las potencias navales.

Entre aquella gente que se iba a los confines del mundo para no sucumbir en la sociedad madrastra había aventureros de toda especie: espadachines y salteadores, nobles y brutos, hidalgos y pícaros. Sabían como hacer política, de otro modo Tortuga habría sido barrida en poco tiempo; pero los hermanos de la costa sabían perfectamente como tratar de las potencias del mar; cómo conseguir en cualquier momento una ”patente de corso”, como jugar con los enfrentamientos recíprocos de aquellos que gobernaban las tierras y las flotas de los conformes.

Si la Tortuga duró tanto fue porque los intereses de cualquier barco, de cualquier simple flota pirata, por todos respetados, siempre se sometían al superior de la hermandad. Esto pudo ocurrir porque quien navegaba con patente de corso francesa o inglesa no se sintió nunca súbdito de esa bandera sino siempre civis de Tortuga.

Este es el ejemplo a seguir. La Tortuga nos enseña cómo se puede ser radicalmente diferente, libre independiente, tratando con fuerza e inteligencia a quién querría eliminarlos. La Tortuga es la isla que existe, ¡no es una Utopía! La Tortuga cuenta: la maldita y negra, fue una potencia y lo fue porque , no encerrándose nunca sobre sí misma, no dejó de ser sin embargo, La Tortuga; porque cada uno de los hermanos de costa pensó antes que en su propio interés en el de la Tortuga: la isla que permitía a todos existir, tener fuerza, refugio y protección.

¡Surcar los mares de la isla y por la isla es el mandamiento!

Lo importante es permitir a la bandera negra, y a cualquier símbolo de libertad, sucumbir a la sociedad madrastra, a la esterilidad global.

Para lograr esto se tiene, también, que hacer política; pero de la manera justa, con una escalda de valores concretos bien determinada, que sea válida en sí misma desde un punto de vista práctico, no solo moral. El que de corsario se convierte en inglés no es solo un traidor; es alguien que tira su vida y que pierde poder y fuerza de contra-poder.

La Tortuga es también armonía, sinergia; es cierto, se trata de una colaboración fundada sobre bases intransigentes y leyes despiadadas; pero esto no daña. Lo que cuenta, sin embargo, es que el respeto de aquellas leyes, corsarios, piratas y bucaneros persigan el mismo propósito en su absoluta autonomía.

A esto se debe llegar. A esto y al paso siguiente que es necesario dar: entenderse con todos aquellos que surcan los mares para no convertirse en estatuas de sal, con todos aquellos que aman la vida y la libertad. También con aquellos que son de lejos, que tienen otras banderas, otros símbolos, que navegan sobre otros mares y hablan otras lengua, como los tigres de Mompracem. Pero esto es el paso siguiente a dar, por ahora dediquémonos solo a contruir la isla que (no) existe.

(Sorpasso Neurónico, Gabriele Adinolfi)

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