Hace 23 años se terminó en Berlín uno de los mayores atentados a la libertad individual que ha conocido el ser humano. El muro de Berlín durante 28 años separó a familias, amigos y una nación. Muchos de ellos fueron ejecutados por el bloque comunista al intentar cruzar el otro lado del muro y escapar de la barbarie roja.
La noche del jueves 9 al viernes 10 de noviembre de 1989, los ciudadanos de las dos alemanias se reencontraban en Berlín.
Al término de la Segunda Guerra Mundial, la división de Alemania provocó que la capital alemana quedará dentro del sector soviético, por lo que la propia capital se dividió a su vez en cuatro sectores. La ciudad entera quedaba dentro del dominio de la República Democrática Alemana, que a partir del año 1950, con el comunista Walter Ulbricht al frente, conoció sus momentos más duros.
Una frontera formada por vallas de alambre espinoso separaba la Berlin occidental gobernada por los aliados de Berlín oriental y la RDA, bajo dominio comunista. Sólo entre 1949 y 1961 cerca de tres millones de alemanas cruzaron la frontera al lado oeste, donde las condiciones ecónomicas y laborales eran más favorables en el ambiente de la posguerra. En la primera semana de agosto de 1961, al menos 47.533 personas emigraron al oeste.
Con el pretexto de "proteger la voluntad popular del pueblo socialista" a los "ataques de elementos fascistas", se levantó el muro en la noche del 12 al 13 de agosto de 1961, al que inicialmente se denominó «Muro de Protección Antifascista». Empezaron a sellar los accesos a Berlín oeste soldados del Ejército Nacional Popular, 5.000 miembros de la policía fronteriza alemana, 5.000 miembros de la Policía Popular y 4.500 miembros de las brigadas. Al principio con una pequeña alambrada que fue reforzándose en los días posteriores hasta convertirse en una auténtica muralla de casi 145 kilómetros.
El muro tenía una altua máxima de 3,60 metros y la anchura de la frontera variaba de los 30 a los 500 metros. 302 torres de vigilancia equipadas con proyectores de búsqueda vigilaban los puestos fronterizos de día, y por la noche varios centenares de soldados reforzaban la vigilancia. Al contrario que las fronteras de la RDA con la RFA, en el muro de Berlín no se colocaron minas antipersona.
El diseño de las instalaciones era un secreto altamente guardado del que se encargaban los agentes de la Stasi, quienes sometían a un férreo control a los soldados encargados de las mismas, quienes estaban obligados a disparar a toda persona que intentará cruzar la frontera. Se calcula que al menos 270 personas fallecieron en el intento, 125 en la zona del muro.
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