"Del furor de los hombres del Norte, líbranos señor" rezaba una oración
cristiana altomedieval, una petición desesperada del clero católico que nos
lleva a la época de las incursiones, -rápidas, implacables, furiosas y asociadas
al trueno- de pequeños contingentes escandinavos que asolaron las costas
europeas. Estamos en el siglo VIII y grupos reducidos, pero decididos, de
noruegos, suecos y daneses se dan a conocer al mundo mediante acciones de pura
audacia y voluntad, carentes de los límites con las cuales la sociedad cristiana
medieval socializa las conciencias de sus otros hermanos europeos. Para estos
hombres del norte, conceptos como el perdón, la compasión o la culpa no
significan nada, identificándose más bien con los de fidelidad, libertad, coraje
y valor. De las hazañas, proezas náuticas, conquistas, descubrimientos y
fundaciones de estos orgullosos y feroces hombres del Norte tenemos notable
información en numerosos textos históricos entre los que destacan las sagas y es
precisamente en muchas de estas joyas de la narrativa europea donde aparece en
numerosas ocasiones un peculiar tipo de guerreros odínicos, los bersekir,
Su presencia está también patente en importantes leyendas del acervo
germánico como el Beowulf, la Nibelungenlied o la Kudrunslied.
Los
berserkr fueron muy valorados como guerreros, formando parte de la elite militar
de la época, estando al servicio directo de reyes y grandes señores
escandinavos, pero también formando parte de los séquitos de otros grandes
señores germanos, siendo partícipes de similares iniciaciones guerreras y
haciendo suyo el principio de fidelidad inquebrantable a su caudillo: "el jefe
combate por la victoria y los compañeros por el jefe".
Sin embargo,
llama la atención que un aparentemente simple mortal pudiera convertirse en oso
o lobo y ser invulnerable a los golpes de sus demás congéneres. ¿Cómo y por qué
se producía esta transformación?, ¿Por qué solo unos pocos podían hacerlo?
Se decía que este tipo de guerreros estaban tocados por la punta de la
lanza de Odín.
Odín, entre muchas otras funciones y representaciones,
merece ser destacado en cuanto a lo que atañe a esta introducción, por ser el
señor del Valhalla, lugar donde van los héroes que mueren en el combate. El dios
no abandona a sus guerreros y envía a las valquirias a recogerlos y llevarlos a
su morada donde serán en adelante einherjar, y donde seguirán guerreando entre
ellos a la espera de la batalla final en la que formando parte de la "horda
furiosa" de Odín combatirán contra las irremediables fuerzas del Caos en el
Ragnarok, fieles hasta el final.
La presente obra de Eduardo Velasco
supone un documentado recorrido por el antiguo mundo de los valerosos e
indomables hombres del Norte así como por una parte altamente interesante y no
tan conocida de los mismos, el temido furor de aquellos invencibles guerreros de
Odín a quienes el fuego no podía quemar ni el acero traspasar. Habían vencido
los límites.
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