
Su entrada triunfal en la capital italiana no encontró ninguna oposición, quedando el gobierno imposibilitado para intervenir por la oposición del Rey Víctor Manuel III, que se negó a firmar el decreto de Estado de Asedio propuesto por el Jefe del Gobierno Ivanoe Bonomi, imposibilitando así cualquier oposición armada por parte del ejército.
Como consecuencia, el Rey encargó formar un nuevo gobierno a Mussolini, pese a que éste no contara con una mayoría en parlamento, el 30 de octubre de 1922. Durante todo su gobierno Italia vivió una gran prosperidad no solo económica sino también cultural, deportiva y social.
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