jueves, 5 de julio de 2012

Las intermitencias de la Fuentona de Ruente

Dice la leyenda que una anjana habita las profundidades de la Fuentona en Ruente y que se complace en cortar el agua a su antojo. Así es, se trata de un manantial intermitente pero con una característica singular: el agua se ve cortada sin ninguna causa aparente. Se trata de un enigma indescifrado por el momento, el hecho de que deje de fluir agua durante unas horas. Las últimas interrupciones de que se tiene constancia tuvieron lugar en marzo de 2004 y en enero de 2009. Los romanos citaron, al parecer, la existencia de tal fuente. Se ha estimado que hayan podido llegar a haber veinte paradas a lo largo del pasado siglo XX, incluyendo algunas no detectadas, independientemente de ser tiempo lluvioso o sequía, de avenidas o de estiaje.
 
Este fenómeno geológico, catalogado de Interés Geológico Nacional por el IGME, ha merecido la candidatura a ser titular de las Fuentes Tamáricas descritas por Plinio en el siglo I d.C., e inspirado abundantes leyendas populares, narraciones literarias, invitaciones al turismo y evocaciones poéticas desde tiempos antiguos hasta nuestros días, manteniendo su interés etnogeológico. Con las aguas de esta cueva se movieron viejos batanes y molinos harineros, piscifactorías de trucha y una de las primeras centrales hidroeléctricas de Cantabria. Hoy día sigue siendo útil, surtiendo de agua potable a varias poblaciones de la cuenca del Saja.
 
En el año 1991, ocasión en que la Fuentona dejó de manar, se omitió publicar la referencia por la escasa aportación que suponía al recuento de las intermitencias registradas. La última parada de esta abundante fuente -más se podría llamar río al tener en cuenta su caudal, pese a su corto recorrido- que ha tenido lugar el mes de enero de 2009 es descrita así: «El domingo era un día gris y la Fuentona de Ruente se secó durante más una hora sumiendo a vecinos y visitantes en una mezcla de extrañeza y actividad. Unos contemplaban el fenómeno desde el puente romano mientras otros sacaban las truchas de entre las piedras con la ayuda de linternas y calderos para trasladarlas a pozos donde las depositaban a salvo».
 
El interesante fenómeno, que ha dado fama y misterio a esta cavidad y al pueblo en que se asienta, consiste en que el manantial que en ella nace, con flujo regular que puede oscilar entre varios metros cúbicos por segundo en avenida y varios cientos en estiajes medios, repentinamente deja de manar por un tiempo que oscila entre algunos minutos y varias horas, y al cabo vuelven a surgir sus aguas con el mismo caudal anterior. Desde hace siglo y medio este manantial ha sido puesto en relación con la Fuentes Tamáricas de las que Plinio describió la intermitencia y la mala suerte que producía el llegar a verlas y encontrarlas sin agua.
 
La relación de los abundantes topónimos españoles que contienen la expresión 'tamar' con corrientes de agua, algunas de ellas procedentes de fuentes intermitentes, hace pensar en la posibilidad de que los estudios sobre la cita del geógrafo romano no se deban dar por cerrados. Fuente inspiradora de argumentos literarios, son destacables por la belleza o construcción los escritos de Manuel Llano y de Juan Sierra Pando. Su interés espeleológico se despertó a raíz de la larga parada que tuvo 1990, abordando se su estudio desde la Sección de Espeleología Sautuola de Santander y los equipos de estudiosos del entorno del Museo de Prehistoria y Arqueología de Santander.
 
Ruente es la capital del municipio. Está ubicada a 189 metros sobre el nivel del mar, en la parte baja del valle, junto al río Saja. En el año 2009 contaba con una población de 284 habitantes, repartidos por los barrios de Gismana, Monasterio y Ruente. Las primeras referencias las encontramos en el año 978 en el Cartulario de Covarrubias que sitúa en Kaornega (Cabuérniga) la ermita de San Fructuoso de Lamiña. En el año 1085 aparece constancia del monasterio de Santa María de Ucieda que más tarde aparecerá nombrado como Santa María de la Fuente, Santa María de la Ruente y finalmente como Santa María de Ruente. A pesar de que sus iglesias aparecen vinculadas al monasterio de Cardeña y otros señoríos eclesiásticos, la mayor parte de los vecinos eran de behetría (derecho a elegir a su señor). Con el paso de los años, acabarían rindiendo vasallaje a la casa de la Vega, lo mismo que los vecinos del valle.
 
En cuanto a la organización territorial, los valles de Cabuérniga y Ucieda aparecen como entidades civiles diferenciadas e independientes entre sí. Al primero pertenecían Barcenillas y Lamiña y al segundo los concejos de Ruente y Ucieda. Esta organización territorial perduró así, por lo menos hasta el año 1497 fecha de la concordia celebrada en Bárcena Mayor por los representantes de Campoo, Cabuérniga y Ucieda para formalizar el aprovechamiento forestal y ganadero en la Mancomunidad Campoo-Cabuérniga.
 
Los siglos XV y XVI son tiempos en que los vecinos soportan fuertes cargas fiscales impuestas por el Marqués de Santillana, contra las que el Valle de Cabuérniga junto con otros valles entablan un largo contencioso conocido como el Pleito de los Nueve Valles. La resolución final en 1581, devuelve la condición realenga a los valles, uno de los cuales era el Real Valle de Cabuérniga del que formaban parte los tres concejos que hoy conforman el municipio de Ruente. A finales del siglo XIX el valle se disgrega y aparece el municipio de Ruente. La Fuentona es uno de los principales alicientes turísticos que los viajeros no se pierden.
 

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