jueves, 12 de julio de 2012

Quince años no es nada...

Como si fuera ayer podemos recordar todo lo que sentimos: sorpresa, indignación, desprecio, esperanza. No podíamos creer que secuestraran y luego asesinaran a un chico joven, querido en su pueblo, hijo de una familia buena y trabajadora, una fácil presa del terror. Pudimos vencer nuestro hastío y salir a la calle y señalar a los culpables y a los colaboradores y a los indiferentes: ¡sin pistolas no sois nada; eta, hb, la misma cosa es; basta ya, queremos paz!; gritamos en las calles.

Ofendieron nuestra humanidad, nuestra convivencia, nuestros principios, les exigimos un mínimo de piedad y apretaron el gatillo. Esperamos el cumplimiento íntegro de sus penas, ni un minuto más ni uno menos. Tuvimos la esperanza de un cambio radical, de una derrota incondicional, de que podríamos acabar con su terror y su totalitarismo. Ahí están, en sus poltronas, no tienen nada que decir ante el asesinato de este hombre.

Sirva esta historia para no olvidar, para no olvidarnos, para no transigir.

Gracias a la gente de buen corazón que ha mantenido su dignidad intacta. Una vez más en defensa de la libertad de conciencia.

En recuerdo y homenaje a Miguel Ángel y a todas las víctimas del terrorismo.

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