miércoles, 18 de abril de 2012

El sabor de la tierruca

Don José María de Pereda, novelista cántabro nacido en Polanco en el siglo XIX, popularizó el vocablo “La Montaña” . Su obra “El sabor de la tierruca” es la novela que mejor simboliza el montañesismo de nuestro escritor costumbrista que tanto amó a su cuna Cantabria.

Nuestra bella Cantabria compuesta por comarcas y tierras muy distintas unas de otras, tanto por su entorno físico como por la condición y la naturaleza de sus gentes, alberga a la vez a los pasiegos, a los campurrianos, a los lebaniegos, a los transmeranos, y a los pescadores de la costa, cada uno con diferentes normas y condiciones de vida y trabajo y con distintas tradiciones y folklore, pero todos unidos por el mismo sentimiento de orgullo y amor a nuestra tierra, disfrutando y participando en la celebración de todas y cada una de nuestras entrañables tradiciones.

Expresión manifestada por don José María Pereda de nuestra Cantabria:
“Siendo La Montaña mi tierra madre, todo me parece poco para pintarla y hasta para "traerla en boca": porque quisiera yo que todos la vieran, la sintieran y la amaran como yo, que la tengo en la masa de la sangre".

De él dijo a su vez en 1897, don Benito Pérez Galdós en la Real Academia Española de la Lengua, Pereda "ama con pasión exclusiva los valles melancólicos de su tierra y la capital cántabra, donde no hay piedra, ni ladrillo, ni alero, ni poste que no le hable, que no le mire, que no despierte en él sentimientos familiares, sonriendo con sus alegrías y llorando con sus penas".

Don José María Pereda con el término “la tierruca” exaltó el amor de cada montañés a los dos palmos de tierra sobre los que vive y bajo los que descansará después de muerto.

El carácter montañés y cántabro queda vivamente reflejado en la intensa obra literaria de Pereda. En ella encontraremos el retrato de nuestros mayores en una realidad cotidiana dura y austera, tanto en los pueblos de alta montaña como de la costa. Nuestros antepasados, siempre han tenido ante sí una vida dura, cruda y, a veces, despiadada que han superado con tenacidad y esfuerzo para sobrevivir.

Frente a las adversidades, el carácter montañés y cántabro siempre se ha resistido y no ha aceptado ser dominado por la dura realidad. Desde tiempos remotos muchos han sido los motivos, momentos y circunstancias que han puesto de manifiesto el carácter cántabro para vencer la cruda y a veces despiadada realidad con valentía y austeridad.

La obra de Pereda perdura en todos nosotros y representa la herencia del costumbrismo montañés que atesora nuestro recio carácter y que junto a todas las demás cualidades que hemos recibido de nuestros antepasados nos obliga a conservar la grandeza y el orgullo de ser cántabros.

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